- Divorcio:Repercusiones en los hijos
 
El divorcio de una pareja no es algo aislado que ocurre y luego pasa, sino que se trata de una serie de etapas que suceden a lo largo de periodos de tiempo y que supone un reto hasta que se ajusta y se reorganiza la vida cotidiana.

En la fase previa al divorcio en sí, existe una tensión emocional grande debido a los conflictos conyugales. La mayoría de veces los niños son incorporados al coflicto, lo cual les puede crear cambios de conducta o melancolía.


El día que uno de los progenitores se va de casa se rompe la rutina, a menudo los padres no se encuentran estables emocionalmente y se comportan de forma inmadura, con lo que el desorden y la confusión que aparecen crean una gran inseguridad en los niños, los cuales pueden mostrar síntomas de profunda tristeza, intensa hostilidad o introversión, que puede hacer que presenten mal rendimiento en el colegio o explosiones emocionales en casa.  Poco a poco se va reajustando la vida familiar, se alteran las costumbres, la madre que antes no trabajaba busca trabajo, cambian las amistades....y si existe una falta de respeto o conflictos entre los padres, debido a antagonismos o resentimientos los niños seguirán siendo involucrados en las peleas.
Una vez que el divorcio es un hecho aceptado y se alcanza un nuevo equilibrio el niño, aunque alterado, se siente más integrado y más seguro.
A veces uno de los progenitores se vuelve a casar o encuentra nueva pareja. Al principio esto puede precipitar fuertes reacciones en los hijos, pero en la mayor parte de los casos, una vez que ellos tienen claro que no han perdido al padre o la madre, las relaciones familiares se restablecen.
Respuestas más comunes al divorcio en los niños
Estas varían según la edad del niño y su nivel emocional:
Los bebés pueden reaccionar durmiendo mal o comiendo menos, con mayor irritabilidad y dependencia de su madre.
Los preescolares tienden a volverse más agresivos y suelen tener problemas para dormir, y los más mayores pueden sentirse asustados, confusos y tristes. A estas edades suelen culparse de la ruptura, y se sienten abandonados.
Los niños de 7 u 8 años son los que parecen más afectados por el divorcio. Estos niños suelen mostrar tristeza, miedo hacia el futuro, y un fuerte sentimiento de pérdida. Tienen profundos deseos de reconciliación y se sienten confusos respecto a quien tienen que profesar lealtad.
Los preadolescentes muestran de forma más directa angustia y desgracia. Aunque tienen más autocontrol, intentan aumentar sus actividades o tratan de adoptar el papel de la persona que se ha ido de casa. Pueden presentar síntomas físicos como dolor abdominal o de cabeza, y empeorar sus relaciones con los demás. Incluso a veces  pueden demostrar una sexualidad precoz o asumir el papel del "niño-adulto".
Los adolescentes son los más vulnerables, aunque no lo parezca.La busqueda de su propia identidad, típico de la edad por otra parte, puede verse acelerada por el divorcio.La mayoría se distanciará con muestras de indiferencia hacia todo, autosuficiencia, rebeldía y salidas más frecuentes de casa. A veces los padres sienten que el adolescente no se preocupa en absoluto, pero puede ser una respuesta de adaptación que le evita tener que elegir a uno de los dos progenitores.
 

Acciones recomendables por parte de los adultos:
El contacto infrecuente o irregular con el que no tiene la tutela presenta un problema para los niños. Es importante que le haga frecuentes visitas o llamadas telefónicas, a pesar de que a veces el padre que tiene la tutela está resentido y le resulta difícil ocultarselo a los hijos. Se debe recordar al niño que se le acepta sin prejuicios y que hay un adulto que le cuida.
Hay que acudir al médico o psicólogo siempre que aparezcan los siguientes signos:
-Abandono de las relaciones con los compañeros, problemas persistentes en el colegio o problemas de conducta, que pueden llevar a pensar que tenga depresión.
-En casos en que exista inestabilidad familiar continuada, depresión de uno de los progenitores, o conflicto continuado entre ellos.

Los adultos tienen que entender que cada uno debe respetar la individualidad del otro y deben evitar quitarle autoridad al otro.
Colegio: En los casos en los que hay problemas de rendimiento escolar, los padres deben informar al profesor de su divorcio y pedirle que les notifique cualquier dificultad con respecto a la conducta del niño, y ambos deben mantener interés en el desarrollo académico del menor, entrevistándose juntos con los profesores para conocer directamente la naturaleza de los problemas del niño, en vez de acusarse mutuamente de dichos problemas.
Acontecimientos especiales: Los padres deben hacer un esfuerzo para asistir a los eventos que tengan especial significado para el niño, a pesar de los sentimientos negativos que puedan albergar entre ellos.
Eso no significa que tengan que ir "juntos" a todos los acontecimientos, sino que se debe explicar al niño las razones por las que no pueden asistir a alguna ocasión en particular, sin usar la excusa de que no quieren ver al otro, puesto que ello hace que el niño se sienta culpable y apenado.
Disciplina: Durante las fases iniciales del divorcio, los niños suelen exhibir conductas desafiantes. Esto no debe alarmar demasiado a los padres,puesto que los niños aprovechan cualquier oportunidad para sobrepasar los límites. Simplemente debe existir una coherencia de ideas entre ambos padres, tengan o no la custodia,  y lo ideal es diseñar estrategias para llevar a cabo medidas disciplinarias en caso necesario.
Si los problemas de disciplina son continuos, puede suceder que el niño esté esforzandose por manipular a los padres y enfrentarlos, o también atrayendo su atención, tratando de rescatar a un progenitor deprimido o intentando una reconciliación.En estos casos es interesante consultar con un profesional.
Enfermedad: El sentimiento de culpabilidad de los padres se intensifica cuando los niños están enfermos, lo cual puede hacer que la ansiedad de los padres haga que el hijo exprese sus emociones a través de síntomas físicos, lo que a su vez hace que los padres vuelvan a sobreproteger,con lo cual el niño queda atrapado en la situación.Es importante saber cuando se dan estas situaciones, puesto que hay que solucionarlo también profesionalmente.

Nuevo matrimonio:  El niño tiene que saber que tiene acceso al que se ha vuelto a casar, y que esto no significa rechazo ni abandono. También tiene que entender que el padrastro o madrastra no reemplaza al padre biológico, y que no se le va a obligar a elegir entre uno de los dos.
El niño debe poder expresar sus sentimientos sobre el padrastro o madrastra, pese al malestar que le pueda crear al otro progenitor, y tiene que poder desarrollar una relación con él o ella de forma natural y espontanea.


El divorcio se ha convertido en una experiencia habitual para millones de niños, y es un doloroso proceso que afecta a las relaciones familiares, a la vida cotidiana y a la propia definición de la identidad del niño. Por regla general suelen sobrevivir al divorcio de sus padres sin secuelas psíquicas o emocionales, ya que con el tiempo y la comprensión de los que le tutelan llegan a una fase de reajuste y superan su aflicción, excepto en casos de conflicto continuado, depresión de uno de los progenitores o protección excesiva del que custodia al niño.


(**Estas consejos están basados en un estudio realizado por el pediatra Anthony Rostain, profesor de psiquiatría en la universidad de Pensilvania, y doctor del Hospital para niños de Filadelfia)



 
 
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