Si partimos de la base de que las personas somos un "ser social", que no puede vivir solo, vemos que no somos capaces de satisfacer nuestras necesidades íntegramente si estamos aislados. Por eso, cuando alguien se divorcia se produce una movilización de afectos que se expresará de diversas maneras, desde la tristeza hasta trastornos en la alimentación, en el sueño, variaciones de humor... dependerá de la personalidad de cada uno. En algunos casos se busca inmediatamente otra pareja y en otros la persona se niega terminantemente a esta posibilidad.
Cuando hay hijos a cargo todavía es más difícil, porque las exigencias de los hijos acentúan la sensación de desamparo y de soledad, con lo que a veces y de modo inconsciente se crea la necesidad de buscar a alguien, otra relación, lo antes posible.
Indudablemente es un trance duro, pero es necesario vivir ese tiempo de soledad, puesto que es imprescindible desligarse interiormente de la persona a la que se estuvo unido, es decir, hay que reflexionar, evaluar y aceptar la nueva situación antes de "zambullirse" en otra, porque de lo contrario la persona de la relación anterior seguirá presente de modo inconsciente, y no dejará que se establezca un vínculo nuevo del todo, sin proyecciones ni reflejos de la antigua pareja.
Si no se realiza un proceso de reflexion sobre los motivos que nos han llevado a una ruptura, si no se encuentra aquello que cada uno ha puesto para que se deshaga la pareja, tampoco hay posibilidad de desengancharse afectivamente de ese otro.
Nuestra forma de amar es casi siempre la misma, y volveremos a repetir el modelo con otras personas.
Hay que ser honesto con uno mismo, tener claras las emociones y la capacidad de cada cual, y desarrollar la autoestima, de forma que nos aceptemos como somos, sin estar condicionados por miedos o experiencias previas.
También hay que tener muy claro que la plenitud y la felicidad no solo provienen de "tener pareja", sino que se pueden crear lazos afectivos de otro tipo, como los de la amistad.
Tenemos que tener muy claro que se desea formar otra pareja, y saber que podremos sobrellevar el esfuerzo y compromiso necesario para crear un lazo sólido.No podemos unirnos a alguien por el simple hecho de que nos asusta estar solos, porque así no funcionará del modo que debería.
Para poder crear una buena base en la nueva relación necesitamos haber tenido un tiempo de reflexión para desengancharnos de la anterior, encontrarnos emocionalmente bien con nosotros mismos y querer de verdad a la otra persona, porque mantener la nueva pareja ya va a ser ardua tarea de por sí.
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